La fiebre es la respuesta termorreguladora predominante al exponerse de forma aguda a un ambiente tóxico o de infecciones bacterianas. Normalmente durante un proceso febril se produce un aumento de la temperatura corporal, el cual también se da durante la realización de ejercicio físico, generando ambos de esta forma un patrón hormonal e inmunológico similar.
El ejercicio de forma aguda produce, entre otras cosas, linfocitosis o un aumento del número de linfocitos en sangre, un incremento de la temperatura del core o un aumento de diversas proteínas. Estas proteínas en un lenguaje más científico podrían denominarse citoquinas, y son la causa de que, por ejemplo, cuando se traspasa el plasma sanguíneo (1 hora más tarde) de una persona que ha hecho ejercicio, aunque haya sido a intensidad moderada, a una rata, se produzca en la segunda un incremento de su temperatura corporal. En un estudio llevado a cabo en 2009, y en el que precisamente me he basado para la realización de este artículo, los investigadores se preguntaron cuales eran las citoquinas que se activaban en el sistema inmune de modelos murinos tras el ejercicio crónico, ya que existía evidencia de que dicho ejercicio alteraba varios procesos fisiológicos mediante diferentes respuestas inmunes neuronales (como puede ser la termorregulación), y ver su posible relación con la fiebre.
De esta forma, en la intervención se expuso a varias ratas durante 8 semanas a realizar ejercicio físico voluntario en una rueda, manteniendo el resto comportamientos sedentarios. Los resultados mostraron que citoquinas como la IL-10, la IL-6 o la TNF-alfa (aunque esta última menos) se vieron reducidas en aquellas que hacían ejercicio mientras que otras como la IL-1beta aumentaron de forma abundante tras la intervención. Casualmente, estas respuestas son similares a las generadas cuando tenemos fiebre, donde estas citoquinas trabajan juntas para limitar la duración y magnitud de la respuesta inflamatoria del proceso febril, y en este caso del ejercicio.
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Finalmente, y volviendo a la respuesta termorreguladora más aguda, está documentado que, por ejemplo, sujetos que realizaron un tipo de actividad física duradera, aunque no a mucha intensidad, aumentaron su temperatura corporal de forma significativa durante al menos 11 horas. En relación con el estudio anterior, las ratas ejercitadas vieron incrementada su temperatura corporal en casi 0,5 ºC durante la fase en la que no se encontraban haciendo ejercicio, cosa que no pasó en las ratas sedentarias. Por ello, durante un proceso febril, y aunque no existe evidencia lo suficientemente consistente, debemos ser cautos, realizando ejercicio físico pero no durante mucho tiempo ni a intensidades muy altas, dependiendo, obviamente, de la temperatura corporal que tengamos en dicho momento.
¿Alguna vez has realizado ejercicio con fiebre? ¿Cómo ha sido tu experiencia?
Referencias
- Rowsey, P. J., Metzger, B. L., Carlson, J., & Gordon, C. J. (2009). Long-term exercise training selectively alters serum cytokines involved in fever. Biological Research for Nursing, 10(4), 374-380.
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Cómo citar este artículo de blog: Hernando-Valle, I. (26 de febrero de 2022). ¿Puedo hacer ejercicio con fiebre?. https://pildorabreve.com/blog/ejercicioysalud/puedo-hacer-ejercicio-con-fiebre. Pildorabreve.
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